martes, 30 de agosto de 2011

quid pro quo

Se habla de crisis mundial por estos días: la económica en Norteamérica y Europa; las crisis políticas de Libia, Egipto y Túnez; los indignados españoles; los estudiantes chilenos exigiendo en las calles educación gratuita; crisis sociales como los disturbios y saqueos en Londres; la crisis nuclear de Fukushima; una crisis ambiental con diferentes fenómenos naturales a nivel mundial y para que detallar más. La actual parece una situación caótica, es decir confusa e impredecible, para otros más místicos parece apocalíptica, es decir terrorífica y devastadora, al final estas crisis no dejan de ser una coyuntura de un cambio que está en camino o en pleno desarrollo.

Para todos la incertidumbre significa riesgo, y a su vez amenazas. Sin embargo hay oportunidades también dentro de la incertidumbre que permiten lograr beneficios y bienestar, pero no a través de la parálisis o del temor que puede provocar agresividad y violencia para defender una posición, o quizás el nerviosismo que puede provocar el repliegue a una posición más segura o finalmente la renuncia a la misma.

Según Charles E. Lindblom, profesor de economía y ciencias políticas de la universidad de Yale: "El animal humano es todavía un asesino". También afirma que: "Los individuos se enfrentan entre sí cuando no están satisfechos con lo que les ha tocado en suerte en esta vida". Es precisamente aquí cuando aparece la inseguridad, producto del crimen de aquellos que no logran producir para satisfacer sus necesidades. Justificando la existencia del Estado para establecer orden y lograr la paz, según el filosofo inglés, John Locke: "Los gobiernos existen para proteger los legítimos derechos a la vida, la libertad y la propiedad". Sin embargo algunos gobiernos fracasan en su función y hoy se vive en algunos lugares sin las mínimas garantías de seguridad personal, lo que aumenta el caos.

En situaciones como esta, la gente necesita conseguir las respuestas, las soluciones, la orientación para saber qué hacer y qué rumbo tomar, una vez se recobre la confianza para moverse. Las teorías y las ideas sobrarán, en tiempos de confusión, pues es el momento preciso de promoverlas. Precisamente lo que me motivó a escribir, fue el escuchar a los profetas del desastre y portadores de la sabiduría infinita señalar el camino de la salvación, según ellos. Son varios por cierto, de diferentes colores y tendencias.

Escribiendo esto, me propongo sólo argumentar, sobre las causas de la crisis y la supuesta responsabilidad del sistema de mercado, el marketing y las ventas. Omitiendo la producción de bienestar y progreso, mediante bienes y servicios que facilitan la vida, la generación de trabajo y oportunidades de negocio. Por el contrario se promueve la imagen de falta de honestidad asociada al vendedor, al comerciante, al empresario. Especuladores, avaros y egoístas, producto del capitalismo que impera en el sistema de mercado que las grandes potencias e imperios han impuesto a los pobres, acabando con los recursos naturales y la dignidad del ser humano.

Lo anterior debe ser asumido como un reto de todo el que trabaja y cree en el sistema de mercado, quizás dormidos en los laureles, es decir confiados en los logros y aportes a la vida moderna, hemos permitido que los detractores actúen sin mayor oposición. Quizás haya puntos a mejorar, pues nada es perfecto, pero cómo podrá convencer a alguien sobre el valor de su trabajo, de lo que usted produce u ofrece, si usted no está convencido de que este es el camino en que todos podemos participar, en el desarrollo de soluciones no para hacer daño sino para generar bienestar a cambio de dinero.

Esa es la regla fundamental del mercado quid pro quo, es decir algo por algo, en el mercado no existe algo por nada, todo tiene un valor y se debe pagar, para garantizar su disponibilidad, incentivando su producción, de otro modo se propicia su escasez. Este pensamiento es para muchos depredador, salvaje, maligno, mezquino, es el origen y la causa de todo lo que sucede hoy día.

Pues resulta ser todo lo contrario, la actual crisis económica, se debe denominar “crisis de la deuda” que según Richard Herring, profesor de Finanzas de la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pennsylvania: "se produjo cuando Paribas rechazó pagar lo que debía, a partir de ahí los bancos perdieron la confianza mutua. La financiación de las operaciones comerciales depende en gran medida de la confianza. Perdimos un año entero intentando identificar lo que había ocurrido como una crisis de liquidez, pero para los bancos era evidente que se trataba de una crisis de solvencia. Los bancos centrales estaban inundando de dinero los mercados en vez de hacer frente al problema de la solvencia". De esta manera la recesión que comenzó a finales del 2007 y la débil recuperación que se había percibido, ahora pierde fuerza, inclusive hoy se habla de una inminente nueva recesión. Igal Magendzo, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, en Chile, afirma que existe: “un escenario global donde el mundo desarrollado es percibido con mucho riesgo y poco dinámico”. Al parecer Alemania, Holanda, India, China y Latinoamerica, con mención especial de Perú y Chile parecen ser terreno seguro para invertir.

Hay un elemento fundamental en los negocios y es la confianza, del cumplimiento de los compromisos, desde la hora de una cita de negocios, pasando por las características del producto, la fecha de entrega, el precio y las condiciones de pago ofrecidas. Pero mucho cuidado, que en el caso del párrafo anterior es un cliente el que no paga. Lo cual no es otra cosa que el desconocimiento de un acuerdo, una obligación y la propiedad de la otra parte. Hay que destacar también como las acciones entre particulares, terminan perjudicando a terceros, un sector económico, una ciudad, un país y al mundo entero. En ese sentido, el economista austríaco Friedrich Von Hayek afirma: “En la economía de mercado, así como en la naturaleza, el orden nace del caos: la armonización espontánea de millones de decisiones y de informaciones conduce no al desorden, sino a un orden superior”.

Hoy la misión de los que trabajan en el mercado es generar la confianza, no sólo para lo que cada uno ofrece y representa, sino para el mercado en general. Algunos se preguntarán cómo, por eso no me pagan y cómo me beneficia eso a mí. Simple, compitiendo de forma leal, resaltando el valor de mi producto y no destruyendo la confianza en la competencia para cautivar clientes. Sin mercado nadie vive, nadie trabaja, nadie produce. El imperio más antiguo del mundo es el Chino, sobrevive gracias a la reforma que gradualmente hace más de 20 años permite el funcionamiento del sistema de mercado, y además ha convertido a ese país en la segunda economía más poderosa del mundo. Quizás produciendo a unos costos que sólo son posibles a unos niveles controlados de libertad y bienestar para su pueblo. Quizás al consumidor le tocará valorar eso también a la hora de comprar, para contribuir conscientemente con la producción que genera bienestar parea el pueblo también.

Una vez más cito a Charles E. Lindblom, quien afirma: "Todos los sistemas de coordinación con que nos encontramos en el mundo real son, obviamente, sistemas híbridos en los que ambos tipos, la coordinación central y el mecanismo de ajustes mutuos, están imbrincados de modo que no hay ningún caso en que un tipo o el otro estén completamente ausentes". La China socialista es un ejemplo de ello. Pero cuidado que los Estados Unidos de América país capitalista también lo es. Friedrich Von Hayek, en su libro “El orden político de un pueblo libre” afirma su diagnóstico sobre la democracia y la justicia social: “En realidad, detrás de la `justicia social´ está simplemente la expectativa sembrada en la mente de los electores por la generosidad de los legisladores hacia ciertos grupos. Los gobiernos se han convertido en instituciones de beneficencia expuestas al chantaje de intereses organizados. Los políticos ceden tanto más gustosamente cuanto que la distribución de los beneficios permite `comprar´ partidarios. Esta distribución beneficia a grupos aislados, mientras que sus costes son repartidos entre el conjunto de los contribuyentes; así, cada uno tiene la impresión de que se trata de gastar el dinero de los demás. Esta asimetría entre beneficios visibles y costes invisibles crea el engranaje que lanza a los gobiernos a gastar cada vez más para conservar la mayoría política”. A su vez afirma: “Esta perversión de la democracia conduce en última instancia al empobrecimiento general y al paro, ya que los recursos disponibles para la producción de riquezas se agotan indefectiblemente”. Ojalá estas crisis, puedan generar cambios en las formas de gobernar y ejercer el poder.

Por otra parte, es importante hacer marketing con responsabilidad y ética, conscientes de que no debemos reforzar las opiniones de los detractores, como la expuesta por Charles E. Lindblom, en su libro “El Sistema de Mercado” en el cual habla sobre “El Asalto a la Razón” y define su efecto como: “El problema que supone el continuo flujo de mensajes seductores que vienen de la élites del mercado no es, pues, que sean éstas quienes decidan por los consumidores lo que tienen que comprar, sino que degradan la mente, o dicho de modo más preciso, reducen la capacidad humana de usar la mente”.

Los conocimientos y técnicas de marketing y ventas, no deben ser juzgados como negativos en sí mismos, sino a quien los emplea. Mucho menos condenar el mercado, por la actuación de algunos. Friedrich Von Hayek afirmaba: “Donde la iniciativa individual es libre, el progreso económico, social, cultural y político es siempre superior a los resultados obtenidos por las sociedades planificadas y centralizadas”. Yo creo en esto, la solución surgirá del mercado y le daremos forma todos.